28/12/08

El fuego devastador de Torrejoncillo

Torrejoncillo (Cáceres), 6 de septiembre de 1980,15.00 horas
Aquella tarde, toda la comarca dormía la siesta bajo unos termómetros que superaban con creces los 40 grados a la sombra. Nadie sabe bien cómo ocurrió, pero lo cierto es que la voz de alarma surgió en un cobertizo de una finca apartada llamada Cuatro Cuartos. Allí descansaban del rigor del sol extremeño los miembros de la familia Salgado, encargados de los rebaños de esa propiedad.

Un estruendo increíble, identificado en principio como un «avión raro y potente», surgió en la lejanía y a los pocos segundos un fenómeno devastador e inexplicable se plantaba ante la solitaria choza. La dantesca escena se produjo ante la atenta mirada de otros guardeses que acudieron en ayuda de los Salgado. Mientras tanto, el formidable torbellino de fuego se dividía en dos y flanqueaba, como manejado por una fuerza inteligente, la humilde vivienda de los campesinos.
Benito Salgado, el empleado que primero percibió la anómala situación, lo recordaba así:

Nos entró el miedo. Aquello iba volando, no a ras de tierra, y las encinas se iban abrasando a medida que pasaba junto a ellas. Y todo era muy rápido. Tanto que vimos cómo los conejos eran "atrapados", sin tiempo de escapar de las madrigueras.
Aquello los abrasó al instante, como si el torbellino fuese "acarbonizando" todo lo que tocaba. A la vez decidimos despertar a nuestra madre, que dormía en otro cuarto de la casa, para sacarla de allí. Y nos costó convencerla. Ella gritaba y se agarraba a lo que fuese. No quería dejar su casa, pero le dijimos: "Vámonos, mamá, que esto nos mata"...»


Tras las pesquisas pertinentes el suceso quedó registrado en los archivos de la Guardia Civil de Torrejoncillo y jamás se le dio explicación alguna al inmenso cono de fuego que selectivamente abrasó veinte hectáreas y fue selectivo, por ejemplo con la vivienda de los pastores.
La documentación oficial sólo hace alusión a que cuatro miembros, encabezados por el jefe de puesto de Torrejoncillo, Antonio Rollán Martín, subieron hasta la finca dispuestos a inspeccionar la zona del incidente. Había acudido presurosos tras presentarse, completamente alterado, en el cuartelillo del pueblo el guarda Domingo Jaralero, el hombre que salvó la vida de la madre de los Salgado subiéndola en su coche a toda prisa mientras la masa rojiza avanzaba. Su testimonio fue breve y conciso. Pero no hizo falta más.


Un cono de fuego ha estado a punto de abrasarnos vivos junto al chamizo de los Cuatro Cuartos, arrasando con todo cuanto se ponía por delante..."

Un argumento convincente para que a los pocos minutos un nuevo dispositivo del Cuarto General de la Guardia Civil de Coria y varios miembros de extinción de incendios de ICONA se pusieran en marcha para acudir al terreno ya cercado y realizar un expediente-atestado cifrado con los dígitos del número de orden 17/8 del 9 de 1980, en el que se limitaron a redactar lo poco que sabían. «Incendio de extrañas características en terrenos de la finca Cuatro Cuartos-Arroyomolinos», decía la escueta notificación oficial. Y no faltaban a la verdad ni un ápice. Según sus cálculos, quince hectáreas habían resultado inexplicablemente devastadas.
Pero, como siempre sucede al poco tiempo de que ocurran incidentes imposibles, una riada de presuntas hipótesis vino a aumentar el nerviosismo y la tensión de los convecinos.
El ovni destructor, la bomba incendiaria 'despistada' de algún caza de la Base Aérea de Talavera la Real, una explosión tras experimentación nuclear...los rumores que recorrían veloces las callejas de Torrejoncillo eran variopintos...y ninguno le hacía la más mínima gracia a las autoridades.
Han pasado varios lustros, pero todos los que presenciaron y asistieron al desastre de Torrejoncillo no podrán olvidarlo ya mientras vivan. Los fragmentos de algunos materiales alcanzaron más de 2.000 grados centígrados, mostrando que aquella insólita energía desencadenada bien pudiera ser absolutamente desconocida para el
hombre...

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